Mi amiga y tocaya, la otra Luz, nos contaba los efectos que ha tenido la vejez sobre su abuela materna. Dice que la señora de pronto pregunta por el esposo de mi amiga... o por los hijos, es decir, por sus bisnietos. De manera que a Luz no le quedan sino dos opciones: inventarse una conversación telefónica con su esposo justificando su ausencia en la cena por razones de trabajo o recordarle a la abuela que ella jamás se ha casado ni ha tenido hijos.
Alguna vez que llamé a casa de mis padres y no encontré a nadie, se me ocurrió llamar a mi abuela materna a ver si mi mami estaba allá. Cuando escuché la voz de siempre, pregunté: "abuela, ¿no has visto a mi mami?". Ella respondió que no la veía hacía ya 5 años. Yo como sé que mi familia tiene una leve tendencia a la exageración y que mi madre visita a su madre todos los santos días de su vida, le dije "ay, abuela, no seas exagerada"... Y ella, sin despeinarse, me dijo: "es que hace 5 años que me quedé ciega". Sólo entonces me di cuenta de que tenía la pata metida hasta el fondo y quise que me tragara la tierra, pero me salvó la admiración por aquella mujer tan entera que era capaz de reírse de si misma.
Mi amiga Meu casi me hace llorar de risa cuando me contó que su novio se fugó a España porque había estafado a uno de sus socios... un árabe que pocos días después fue a buscarla a su casa en busca de venganza. Ella argumentaba fríamente que al no haber tenido hijos con él, ella no merecía bala alguna.
Mi otra abuela, muchos años después de haberse separado, declaraba estar profundamente agradecida con la amante de mi abuelo "por haberse llevado a ese viejo gargajoso". Así lo llamaba después de que el amor se le extinguió (o cuando aprendió a disimularlo mejor).
Separaciones, enfermedades graves, muertes cercanas, robos varios, velorios múltiples, materias reprobadas, la situación política, la caída de los puentes, la pobreza o el hambre... cualquier desgracia pequeña o grande es minimizada a través del humor en este, mi Macondo preferido.
2 comentarios:
Definitivamente es en este "Macondo Nuestro" donde mejor se pueden enfrentar las desgracias, convertir las tragedias en comedias y derrotar los infortunios con el recurso maravilloso del humor. Que sabroso sería envejecer por estos lados!!!!.
Salud
ricardo: pues a mi, que me considero ida de mi Macondo, ese comentario me dio directo en el hueso. yo espero que mi envejecer sea sabroso, donde quiera que ocurra. un beso.
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