lunes, octubre 12, 2009

Perdida, vagabunda y ausente


Esos tres adjetivos usó Lulú para describirme. Dijo, literalmente: "Te sé perdida, vagabunda y ausente...". Difícilmente se puede ser más exacto. Físicamente sólo el tercero, pero simbólicamente, todo eso es cierto.
Perdida. Estoy totalmente desorientada, en una búsqueda frenética por encontrar MI manera de hacer MI trabajo. Como en todos los oficios y profesiones, uno parte de la teoría y de la imitación, pero he llegado al momento en que necesito hacer las cosas "a mi manera" (no por azar comenzó a salir esa canción de los parlantes de Super M. mientras yo escribo esto). Y así voy, dudando mucho a cada paso, tratando de ser fiel a mi misma, recordándome que se vale equivocarse pero tratando de no hacerlo y validando mis enojos y mis cansancios que bien tengo derecho a sentirlos. Ya postearé los resultados. Lo único que puedo prometer acá es que estoy siendo totalmente honesta a cada paso.
Vagabunda. "Se conoce como vagabundo a aquella persona que carece de un lugar permanente para residir y se ve obligada a vivir a la intemperie", wikipedia dixit. Repito, físicamente no es cierto, pero explica simbólicamente la sensación de desamparo que tengo. Tiene que ver con lo anterior. En más de un sentido estoy en otro país. Estoy en Argentina (país de los argentinos), en computación (país de los hombres), en data mining (país de otros que saben montones de cosas que aún no sé), en management (país complejo, muy complejo). De manera que soy curiosa espectadora de todos los lugares en los que estoy, sin estar. Por que estoy afuera y adentro al mismo tiempo. Lo que me lleva a que estoy:
Ausente. No sólo porque miro hacia adentro de todos los países en los que se supone que habito sintiendo el frío de la intemperie, sino porque además verdaderamente no estoy en los otros países por carecer del don de la ubicuidad. No estoy en Venezuela, no estoy en Chile, no estoy en los cuentos, no estuve en el entierro de mi abuela, no estoy en las reuniones de mi familia de origen, ni en los partos de mis amigas, ni en los cumpleaños de mis tíos, ni estaré en la celebración de 10 años de habernos graduado (recibido) el próximo 2 de diciembre. Pero estaré siempre ausente en algún lugar, es algo a lo que debo acostumbrarme.
Sin embargo, muy probablemente no siempre estaré perdida. Y también en algún momento dejaré de sentir el desamparo del vagabundo y lo cambiaré por la delicia de estar y sentirme en mis zapatos, con una taza de caldo caliente en las manos, con la tranquilidad de quien se equivoca sin intención de dañar a nadie y habiendo conquistado mis logros y fracasos totalmente a mi manera.

miércoles, octubre 07, 2009

¿Te pongo una arepita?

Después de darme la bendición me preguntaba siempre lo mismo: que si me ponía una arepita. Si la memoria no me engaña, era totalmente irrelevante la respuesta pues había una arepa en el asador por cada recién llegado. Mi abuela decía que "el que ofrece es porque no quiere dar", y por eso simplemente te ponía en frente el dulce o plato de comida y, las pocas veces que ofrecía, era una mera formalidad en la que no se aceptaban negativas.
Mi abuela ya no está. Ahora soy yo la que se pone su propia arepita, la que da sin ofrecer, la que da la bendición, la que espera ser una vieja que se ría de los problemas y que haga reir a los demás.
Chao, abue. Bendición.