sábado, octubre 28, 2006

Mi Buenos Aires Querido...


La primera vez que vine a Buenos Aires, momento en el que no podría haber imaginado que terminaría viviendo en esta ciudad, escribí a un buen amigo lo siguiente:

Cada persona de ese puerto maravilloso pareciera tener una historia interesante qué contar. Los rostros son expresivos, las narices generalmente grandes y los ojos miran a los ojos. Tienen de qué sentirse orgullosos y lo saben. Es la segunda ciudad en todo el mundo líder en psicoanalizarse y, ¿sabes qué?, se nota. Son frontales para
lo bueno y para lo malo. Si haces algo que les parece mal, te "putean" (perdón por la mala palabra, no cabía otra). Si les gustas, te lo dicen. Las personas que te encuentras en el ascensor te conversan, el farmaceuta está feliz de serlo y te trata bien, cualquiera puede comentarte sus sueños o rabias en medio de la calle, abundan las sonrisas... es una ciudad descomunal que tiene la calidez de un pueblito.

Caminar por la calle Corrientes era, para mi, llegar a "wonderland". Librerías, tras teatros, tras cafés y luego más librerías y más librerías y más teatros cada uno más bello que el anterior y otro café... después de haber visto millones de libros en las decenas de librerías, puedes comer unos deliciosos churros con chocolate caliente e ir al teatro. Al salir del teatro, sea la hora que sea, Corrientes seguirá tan bulliciosa y poblada de gente como a las 4 de la tarde. Buenos Aires no duerme.

Las ferias de artesanía y los mercados populares son gloriosos. La comida es siempre fresca, siempre de buen sabor, siempre alegremente conversada. Es el paraíso para las mujeres que adoran comprar. La ropa es, en general, de muy buen gusto y bien acabada, sin importar mucho donde la compres.

Luego están los lugares como la Plaza de Mayo, que son sobrecogedores por la historia que tienen contenida en cada uno de sus rincones. No sorprende por la forma, sino por el fondo, por los gritos que quedan dando vuelta alrededor, por la injusticia llorada, por la valentía del amor de esas mujeres que aún hoy salen cada jueves a renovar el dolor.

Es un pueblo que conoce y ama su historia, sus héroes, su cine, sus estrellas, sus casas... que sale cada día a reclamar sus derechos, a tratar de construir justicia, a maldecir en la puerta de los bancos a los ladrones que les arruinaron la vida, a tocar un tango en medio de la calle aunque para eso tengan que arrastrar un piano, a reir o llorar siempre que haga falta.

jueves, octubre 26, 2006

Poe y yo

Yo, cuentacuentos y feliz lectora, no había leído nunca a Edgar Allan Poe (sí, sí me averguenza decirlo). Aproveché que en el subte bonairense vendían una antología de este autor con el título de "Narraciones Extraordinarias" a un precio irrisorio e hice la compra para saldar esta imperdonable deuda con la literatura. No empecé a leerlo de inmediato porque el azar (concurrente) me había puesto en las manos un compendio de relatos herederos de Poe para preparar el camino. Antes de abrir la primerá página, terminé de leer "Lecciones de Tinieblas" de Claudio Ratier, un autor argentino que me simpatiza bastante.
El camino que va de mi casa al trabajo me toma, en promedio, 50 minutos. Es un tiempo que aprovecho para pensar, escribir o leer (mucho más esta última que las dos primeras). Fue en estos pedazos de vida que empecé a leer estas extraordinarias narraciones.
Entre las alternativas que tengo, suelo preferir el colectivo 2X. Una de las primeras veces que lo tomé se detuvo por completo, ya vacío, 15 cuadras antes de llegar a mi casa. El chofer me indicó que ya no seguía y debía bajarme. Al principio no entendí qué sucedía. Algunos colectivos, aún con el mismo número, tienen diferentes recorridos, los cuales se indican con un cartel que se lee a través del parabrisas de cada autobús. El que me deja en mi casa, debe tener un cartel que diga "Olivos". Aprendido esto, no tuve que caminar las 15 cuadras nuevamente.
El pasado miércoles fue un día especialmente caluroso en Buenos Aires. Yo estuve largo rato esperando el colectivo 2X que dijera "Olivos" en el cartel. Pasaron dos de los otros, de manera que los dejé pasar. Finalmente, se acercaba el apropiado, hice una seña pero no paró. Cansada y acalorada, decidí que prefería caminar las 15 cuadras que quedarme ahí más tiempo. El siguiente 2X que pasó no decía "Olivos", pero me subí en él. Como no tenía que bajarme sino al final del recorrido, resolví leer sin levantar la vista hasta que el autobús se detuviera definitivamente.
De pronto, mi compañero de asiento me hizo una pregunta inesperada: "¿no te da miedo leer eso?". Lo miré y respondí un "no" que tenía mucho más de perplejidad por la pregunta que de sinceridad. "Debería", dijo él. Yo volví a mi libro y poco después noté que el hombre se cambiaba de asiento. Un rato más tarde, el autobús se detuvo. Yo estaba tan absorta en la lectura que no me di cuenta hasta que mi ex-vecino de asiento pasó junto a mi diciendo "terminó", riendo después de una forma que calificaría de malévola si no fuera porque este adjetivo me parece falso y un poco cursi.
Cuando me bajé del autobús no reconocí el lugar, pero de acuerdo con mis cálculos y con mi experiencia anterior debía estar a una o dos cuadras de la Av. del Libertador, por la que tendría que caminar 15 cuadras hasta llegar a mi casa. Pregunté a una mujer dónde estaba esta avenida y me respondió "a 40 minutos de camino". Por fortuna, supo explicarme con detalle cómo podía hacer para ir hasta mi casa. Tomé otro autobús que me dejó a 50 metros de la puerta del edificio en el que vivo.
Fue así como yo, cuentacuentos y feliz lectora, atravesé esa puerta una hora más tarde que de costumbre apretando con las manos un libro de Poe.
(Nota Aclaratoria: el colectivo 2X tiene 3 recorridos y no 2, mi errada suposición inicial)

jueves, octubre 12, 2006

Hasta que...


Me hace feliz tener tatuada esta sonrisa de tonta, tener ganas de volver a nuestra casa después del trabajo para poder encontrarme con él y cenar juntos. Me gusta asustarme un día con tanta mujer linda local, maquillarme lo mejor que puedo y vestirme de "mina" solamente para que él sonría al mirarme y, como todos los días, me diga que soy hermosa. Me encanta su cara cuando duerme. Adoro sus manos exploradoras. Me fascinan nuestros besos inesperados en una esquina cualquiera.
Sean su voz, su olor y su mirada compañeros de mis orejas, mi nariz y mi cuerpo hasta que estemos viejitos.

domingo, octubre 08, 2006

Sociedad de Esposas Desesperadas

Ha sido lanzado el blog de la Sociedad de Esposas Desesperadas. Quedan todos cordialmente invitados a visitarle, hacer aportes, sugerencias y demases.

lunes, octubre 02, 2006

Speaking Profits Us :: Hablar nos beneficia

Son tan fuertes los lazos que me atan a este muelle que aún no tengo
conciencia de todos los nudos. A oscuras, en la noche, cuando duerme
mi amor por [piiiiiii], me levanto a desatarlos. Uno a uno voy rompiendo,
desanudando, desenredando las sogas con manos y dientes y uñas... a
veces tengo que sumergirme en el agua helada y quitar las cuerdas
submarinas, tiritando de frío y miedo. Pero hay todavía mucho por
despejar, hay nudos que no he logrado encontrar y otros que, aún
estando ante mis ojos son tan incomprensibles que no soy capaz de
empezar a romperlos.

Escrito por mi el 25/02/2005 a mi andamio emocional.