lunes, noviembre 07, 2005

Olor a Victoria

El viernes llegué tarde a la fiesta en La Serena. No pude salir de Santiago hasta pasadas las 8 de la noche, por lo que llegué a las 3 de la mañana a la IV región. Los narradores aún conservaban energía para recibirme, seguir bailando y disfrutar sin tregua del maravilloso vino tinto chileno. Sólo después de las 6 de la mañana se les (nos) agotaron las baterías y cada uno se fue al lugar del departamento destinado a acoger sus sueños... todos menos D y yo, que simplemente no estábamos destinados originalmente a dormir en aquel lugar con vista al mar y ventanales enormes. Pero a falta de cama, buenos son los muebles y fue allí donde nos acomodamos para dormir un poco. Y a falta de frazadas... pues buenas son las mantas. Victoria, la romancera, la consejera, la sabia, la madre salvaje que corre con los lobos, me puso encima su manta para evitarme el frío. Entendí entonces lo que sienten los niños pequeños cuando alguien pone en su cuna alguna ropa usada de la madre para que sientan su olor. Era maravillosamente tranquilizante dormir bajo esa manta. Como si aquel olor me protegiera de pesadillas, de mis propios demonios, de mis miedos y los de los otros. Otra Victoria que llega a mi vida para alegrarla... Victoria sin vencidos y convencida.

1 comentario:

Tecnorrante dijo...

"...la romancera, la consejera, la sabia, la madre salvaje que corre con los lobos, ..."

Que buen post! Que buena prosa!

¿No tendrás escondidos por ahí uno que otro ejercicio literario? Unos cuentos o poemas talvez?