lunes, septiembre 11, 2006

Plaza

En aquella plaza pequeñamente interminable
se decidió la suerte de un sinsuerte,
se inició la mala suerte de los suertudos,
se decretó la separación eterna
dentro de un siempre de los que no son dioses
ni los conocen
pero se olvidan de lo primero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que plaza tan endiabladamente divina, groseramente etérea, condenamente libre, atiborradamente vacía. Tan concurridamente olvidada.



Salud

luzcaraballo dijo...

falconiano: ya te lo dije pero quería que existiera constancia. la plaza es exactamente como la imaginas.

jesus: pues bienvenido seas por acá siempre que quieras hacer una visita.