Increíble comienzo para un crucero por las heladas aguas del Océano Pacífico en el sur de Chile: un choque entre navíos. Afortunadamente, más allá del susto, un leve desequilibrio corporal y un retardo de varias horas, no hubo ninguna consecuencia que lamentar. Esta foto fue tomada por mi padre que vio todo y, cámara en mano, logró captar el momento en el que el capitán del Skorpios III veía cómo su preciado barco era dañado por un navegante "demasiado confiado", como fue descrito posteriormente. Deliciosa experiencia... no cambiaría una salida a tiempo por la curiosidad de haber presenciado algo tan asombrosamente inusual dentro del ambiente en el que me muevo.
4 comentarios:
Que bárbaro, Luz! Eso se llama una buena experiencia! Realmente cosas que no se ven todos los días, ni todas las vidas.
Me alegra mucho que andes alegre y con tu familia.
Abrazo.
Gracias Tecnorrante. Mis padres ya partieron ayer, pero efectivamente me alegra mucho haberlos visto de nuevo y renovar los afectos. Abrazo para ti y gracias, como siempre.
Yo también tengo una anécdota relacionada con una colisión marítima: Venía yo al timón de un pequeño velero saliendo de los canales de Puerto La Cruz, cuando sentí un grito y luego el golpe. Miré por la borda y no lo podía creer: Había chocado con un carrito de helados!
Resulta que el heladero había descubierto que el carrito de helados flota, y en vez de dar una vuelta larguísima por la calle cortaba camino cruzando la boca del canal a nado.
Desde ese día, mi mascarón de proa es un carrito de helados EFE.
jajajjaa!!! guy monod: esa es una historia absolutamente macondina!! Neruda estaría feliz con un mascarón de proa tan particular, es una lástima que no haya conocido esta historia. Debo decir que entre una y otra, definitivamente tu historia es más interesante.
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