Volver a uno mismo suena, simplemente, ilógico. Aún habiéndolo intentado varias veces, me convencí que uno no puede huir de si mismo. Pero no puedo pensarlo de otra manera. Vuelvo y me robo la letra de Inti Illimani:
Vuelvo hermoso, vuelvo tierno,
vuelvo con mi espera dura,
vuelvo con mis armaduras,
con mi espada, mi desvelo,
mi tajante desconsuelo,
mi presagio, mi dulzura.
Vuelvo con mi amor espeso,
vuelvo en alma y vuelvo en hueso
a encontrar la patria pura
al fin del último beso.
Todo eso. Aunque sea tremendamente difícil volver "hermosa" o "tierna"; volver con "mi dulzura" en este momento. Sé que todo eso está ahí, abollado y dormido. Vuelvo, sí, con mi espada, mi desvelo, mi desconsuelo (tan tajante como profundo), con mi amor espeso. Vuelvo en alma y vuelvo en hueso. O sea, vuelvo con lo esencial, con lo que queda después del haberme sacudido durante tanto tiempo que se cayó todo lo que sobraba y todo lo que tenía mal agarrado. Quedó esto: el puro hueso, la esencia, lo que no cambia porque me define. Y ahora: a cantar. Como la loba. A entonar la música que me va a volver a poner carne y pelo y ropa. El encantamiento que me va a reconstruir, a rearmar, a devolver al mundo con todos los huesos en orden a seguir corriendo por el bosque. Vuelvo para encontrarme. Sean nuevamente bienvenidos.
2 comentarios:
Me alegro de ser un pelín participe de este regreso!!!
Aunque me parece que nosotros siempre estamos volviendo...
Hola Emilio!
Eso de "un pelín" es bastante modesto de tu parte ;)
Siempre estamos volviendo y siempre estamos partiendo. Y que la palabra "partir" pueda significar "ponerse en camino" o "dividir algo en dos o más partes" no me parece casualidad. Es cierto. Estamos partiendo y volviendo constantemente, con todas las divisiones que eso significa.
Saludos!
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