
Hace una semana salí tarde de casa para ir al trabajo. Detesto llegar tarde. Cuando esto me pasa no logro concentrarme en otra cosa que no sea la hora. En el subte un bandoneón comenzó a llorar tangos y alguna polka; vi como algunos levantaban las cejas, ese gesto tan argentino que pareciera ayudar a recordar mejor, a permitir que dancen los viejos tiempos en la humedad de la lágrima que asoma; otros miraban tristemente al vacío; otros al músico; de manera inefable todos éramos alcanzados por una dolorosa nostalgia. No llegué a la oficina consumida por la ansiedad de la demora, sino atravesada por las dolorosas notas de aquel bandoneón.