
Hace pocos meses comencé a escuchar piropos en la calle nuevamente. Quiero decir, piropos que provienen de diferentes tipos de personas del sexo opuesto y no exclusivamente de aquellos que trabajan en el sector de la construcción. Estos últimos cumplen muy bien su labor de sostenedores de la autoestima femenina al halagar a cualquier mujer entre 12 y 65 años que pase a menos de 15 metros de distancia. Si una de nosotras pasa por un edificio en construcción y los trabajadores no le dicen nada, el asunto es muy grave. Ellos jamás me abandonaron. Nunca faltó el "eres lo más lindo que ha pasado hoy por acá", a lo que mi inconciente respondía en silencio que seguramente no habría pasado nadie más por allí ese día.
Poco después bajé de peso, me quité los lentes de montura y me puse de contacto, me maquillé de nuevo (apenas labial y lápiz de ojos), me preocupé un poco más por mi pelo... y empecé a usar sonrisa después de haberla tenido en desuso mucho tiempo. A partir de entonces escucho con frecuencia algún "preciosa" o un "exquisita" que sale volando desde la ventanilla de un auto. Pero, sin duda, el piropo más inteligente lo escuché ayer cuando se me acercó una perrita a la que le dicen "la chola" y alguien dijo "
eso es lo bueno que tiene la chola: que no daña las rosas". Que Dios bendiga los labios de quien alguna vez me haya dicho algún piropo.