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La mayoría de las demás personas que esperan en el terminal están cubiertas por mantas o ponchos y duermen lo mejor que pueden. No sé si esperan el sol (como nosotros) o que llegue su hora de partir a destino. No sé qué esperan mientras dormilan.
Algunos mantos son aburridos, de polar, hechos en serie. La mayor parte son únicos, vienen de un telar y sus colores representan el ánimo de la tejedora al momento de hacerlo. Los hay con peces, llamas, conejos; con figuras que me ocultan su significado y otras que son sólo decorativas. Los más sorprendentes son aquellos que ocultan un niño; un bebé dormido a espaldas de su madre, envuelto como el más maravilloso de los paquetes.
Esperamos al sol, tan venerado antiguamente en estas mismas tierras, en este Cosqo - ombligo del mundo. Pareciera a los ojos de cualquier ingenuo que estamos en la sala de embarque de un terminal terrestre; pero para quien tenga los sentidos abiertos será muy claro que estamos haciendo antesala a un dios.
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