
Andaba yo con los siguientes valores en mi
biorritmo: físico: 94,22%; intelectual: 97,18%; emocional: -94,38%. No sé si son capaces de imaginar mi actitud ante semejante desbalance. Lo peor que es que cuando en mi lo emocional anda mal...
anda mal. Por eso, a pesar de que exhibía un glorioso 97,18% en mi ritmo intelectual, yo me sentía tonta. Y no sólo tonta sino también fea. Tooonta-tonta. Y feeeea-fea.
Fue entonces cuando apareció Súper M, mi pololo-novio-compañero (depende del país, pero es todo eso) y me dijo: "¿entonces qué hago yo contigo? ¿es que acaso el masoquismo no conoce fronteras en la raza humana?" y seguidamente se mandó una rutina de stand-up comedy digna de Seinfeld (o alguno mejor que él) que me curó de mi estupidez temporal a punta de carcajadas.