"Arequipa Colca Arequipa Arequipa Arequipaaa" es el grito guerrero que se escucha desde hace unos 45 minutos por todas partes. Llegamos al terminal de Cusco desde Puno. Nos dijeron que podríamos quedarnos en el autobús hasta las 5 am, pero fue una más de las mentiras para turistas, tan usuales en estas tierras.
La mayoría de las demás personas que esperan en el terminal están cubiertas por mantas o ponchos y duermen lo mejor que pueden. No sé si esperan el sol (como nosotros) o que llegue su hora de partir a destino. No sé qué esperan mientras dormilan.
Algunos mantos son aburridos, de polar, hechos en serie. La mayor parte son únicos, vienen de un telar y sus colores representan el ánimo de la tejedora al momento de hacerlo. Los hay con peces, llamas, conejos; con figuras que me ocultan su significado y otras que son sólo decorativas. Los más sorprendentes son aquellos que ocultan un niño; un bebé dormido a espaldas de su madre, envuelto como el más maravilloso de los paquetes.
Esperamos al sol, tan venerado antiguamente en estas mismas tierras, en este Cosqo - ombligo del mundo. Pareciera a los ojos de cualquier ingenuo que estamos en la sala de embarque de un terminal terrestre; pero para quien tenga los sentidos abiertos será muy claro que estamos haciendo antesala a un dios.
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