domingo, enero 22, 2006

Receso

Me iré por algún tiempo a andar y desandar caminos, a visitar lugares y personas que amo y a disfrutar de las tibias aguas del Mar Caribe. Estaré ausente de estos lares por algún tiempo, pero antes de que febrero haya cumplido sus primeros 15 días habré posteado nuevamente. ¡Hasta entonces!

sábado, enero 21, 2006

Yo digo "¡ah, mundo! El Tocuyo"


Hoy fui a El tocuyo, la ciudad natal de mi madre, en busca de otro pedacito de mi infancia. Nos bajamos del autobús a dos cuadras de la casa de mi tía T. (una hermana de mi abuela), donde pasé muchos de mis días de vacaciones cuando era niña. Esas calles que antes recorría con pasitos cortos de niña, ahora quedaban bajo mis pasos de mujer mientras todo el llanto del mundo había venido a alojarse en mi garganta. Cuando llegamos a destino y abracé a mi tía, ya la alegría me chorreaba incontenible por las mejillas y el "bendición" de rigor me salió con la voz quebrada y lastimera.
Yo soy menor que cualquiera de los nueve hijos de mi tía y mayor que todos y cada uno de los 24 nietos. Luego, la segunda generación recuerda una "muñequita pequeña" que iba allá a pasar vacaciones mientras que la tercera generación recuerda a una prima cuentacuentos que alguna vez les estuvo contando historias con figuras de papel.
Me encontraron "repuestica", que es uno de los eufemismos más encantadores para decirle a una que está un poco pasada de peso (otro eufemismo). Pero felizmente contribuyeron a que me siga "reponiendo" con los mismos sabores que se grabaron en mi memoria hace más de 20 años.
No deja de sorprenderme lo fuertes que resultan los lazos familiares. Mi primo viajó 124 Km en total sólo para que yo no me regresara en autobús a la casa. Yo veía por segunda vez a algunos de mis primos de la tercera generación y, sin embargo, los quiero mucho más que a muchas personas que he visto a diario durante un par de años.
Tengo una familia enorme, querida, querible y querendona. No todo puede salir mal cuando de amor se trata.

viernes, enero 20, 2006

Consejo de maestros

Mi papá siempre me decía que había dos maneras de hacer las cosas: rápido o bien. Hoy fui a ver Harry Potter y hacia el final de la película, Dumbledore señala que llegaba el tiempo de escoger entre hacer lo correcto o hacer lo que es fácil. La idea es más o menos la misma y lo sentí como una certeza.
Ya yo he puesto a prueba casi todos mis límites. Ya sé de qué cosas me arrepiento, conozco de memoria los errores que no quiero repetir. Por eso, sé que tomar el camino de "lo correcto" es normalmente muchísimo más difícil, pero bien merece la pena.

miércoles, enero 18, 2006

La Separación de la Luz

Durante algún tiempo y por recomendación de mi psicóloga, estuve anotando en una libreta mis sueños. El paso número uno al despertar era tomar un lápiz y escribir sin filtros lo que recordaba haber soñado aquella noche.
Hoy, en uno de mis encuentros cercanos con la burocracia venezolana, estuve leyendo la libreta de los sueños. Noche tras noche revivía todas aquellas situaciones que tenían que haberme hecho enojar y no lo hicieron. Cambiaba la locación, cambiaba el otro personaje, pero las situaciones eran las mismas y, por fin, pude enojarme.
La rabia era un sentimiento que había sido anulado en mi tras un feroz entrenamiento de resignación y respeto por la jerarquía. Fue así como terminé bajo un régimen en el que ser respetada era un privilegio al cual yo no tenía acceso y donde no había derecho a la nostalgia ni a la rabia.
Hoy firmé la "separación de cuerpos" y en un año más el asunto se convertirá en divorcio. Y acá estoy. Con la rabia intacta, enterita, "cero kilómetros", sin estrenar. Sin saber si se va a extinguir de a poquitos usando las escasísimas ocasiones en que me doy permiso para llorarla; si se convertirá en una enfermedad terrible o se liberará en un gran acto de perdón cuando ocurra mi conversión a alguna religión oriental.
Lo cierto es que cuando yo creo que ya se ha ido, ella reaparece: negra, revuelta, podrida, turbulenta, tempestuosa y arrebatadora, como buena rabia que se respete... que se respete. Que se respete...
...tengo tanto que aprender de mi rabia.

lunes, enero 16, 2006

Río por no llorar

Mi amiga y tocaya, la otra Luz, nos contaba los efectos que ha tenido la vejez sobre su abuela materna. Dice que la señora de pronto pregunta por el esposo de mi amiga... o por los hijos, es decir, por sus bisnietos. De manera que a Luz no le quedan sino dos opciones: inventarse una conversación telefónica con su esposo justificando su ausencia en la cena por razones de trabajo o recordarle a la abuela que ella jamás se ha casado ni ha tenido hijos.
Alguna vez que llamé a casa de mis padres y no encontré a nadie, se me ocurrió llamar a mi abuela materna a ver si mi mami estaba allá. Cuando escuché la voz de siempre, pregunté: "abuela, ¿no has visto a mi mami?". Ella respondió que no la veía hacía ya 5 años. Yo como sé que mi familia tiene una leve tendencia a la exageración y que mi madre visita a su madre todos los santos días de su vida, le dije "ay, abuela, no seas exagerada"... Y ella, sin despeinarse, me dijo: "es que hace 5 años que me quedé ciega". Sólo entonces me di cuenta de que tenía la pata metida hasta el fondo y quise que me tragara la tierra, pero me salvó la admiración por aquella mujer tan entera que era capaz de reírse de si misma.
Mi amiga Meu casi me hace llorar de risa cuando me contó que su novio se fugó a España porque había estafado a uno de sus socios... un árabe que pocos días después fue a buscarla a su casa en busca de venganza. Ella argumentaba fríamente que al no haber tenido hijos con él, ella no merecía bala alguna.
Mi otra abuela, muchos años después de haberse separado, declaraba estar profundamente agradecida con la amante de mi abuelo "por haberse llevado a ese viejo gargajoso". Así lo llamaba después de que el amor se le extinguió (o cuando aprendió a disimularlo mejor).
Separaciones, enfermedades graves, muertes cercanas, robos varios, velorios múltiples, materias reprobadas, la situación política, la caída de los puentes, la pobreza o el hambre... cualquier desgracia pequeña o grande es minimizada a través del humor en este, mi Macondo preferido.

sábado, enero 14, 2006

Sueño II


Yo estaba en un camión en marcha, en el asiento de atrás. De co-piloto iba mi prima; una de las mellizas (morochas). A mi lado iba mi esposo (ahora ex) profundamente dormido. Nadie al volante.
Vi hacia el frente y me di cuenta de que aquel camión necesitaba ser manejado, de manera que me incliné hacia el frente y tomé el volante en mis manos. Poco a poco, me fui sentando para poder controlar también los pedales. Iba por una carretera por la que transité una y mil veces cuando vivía en Venezuela.
Comenzaron a cruzar aquel camino dos mujeres. Yo giré el volante y quedé con la sensación de que pude haberlo girado aún más, pero no lo hice. En consecuencia, maté a una de aquellas mujeres. Me vi a mi misma en medio de la carretera con una masa blanquecina y llena de sangre en las manos, los restos de la muerta.

Le conté todo esto a F. porque él había resultado ser un gran intérprete de mis sueños, aún cuando hacía sólo un par de meses que nos conocíamos. Recuerdo muy bien que al terminar la narración le brillaron los ojos de pura obviedad, era tan claro para él lo que aquello significaba que me dijo "escúchate". Y repitió mis palabras: "aquel camión necesitaba ser manejado". Aquel camión era mi vida, que andaba sola sin que nadie velara por su destino pues yo estaba muy ocupada velando el sueño de mi marido. Mi prima estaba allí en representación de mi familia, esperando siempre, listos para acompañarme cuando decidiera fijar un rumbo. La mujer asesinada: yo. Yo la que entregaba la confianza sin miramientos, yo la que no cuidaba mis espacios, yo la ingenua sin límites, yo la que había perdido el respeto por si misma, yo la mujer-sin-dignidad que andaba penando por el mundo, yo. Es claro que aquella muerte es bienvenida porque era necesaria.

miércoles, enero 11, 2006

mi mamá me mima

Mucho he pensado y muchas conversaciones he tenido últimamente acerca de la incondicionalidad del amor de la familia. Una vez mi tía L., la única de la generación anterior a mi que se fue de Venezuela, me dijo que "la familia es la única que te quiere a pesar de lo que eres". Esto fue sólo unos meses antes de irme a vivir a Chile y sus palabras quedaron guardadas en el lugar en el que habitan las cosas que aún no tienen sentido. Después de tres años fuera y mi primera visita a la familia, lo entiendo a cabalidad. Ningún abrazo en el mundo se parece al que recibí hoy de mi tío M. Es que no es lo mismo alguien que te conoció después de haber andado un buen trecho por esta vida, a ese que te cambió los pañales y te cuidó el sueño cuando estabas en la cuna. Mi tío me hizo una "palangana" de dulce de leche, ése que sólo he comido en mi familia y que estuvo presente en todos y cada uno de mis cumpleaños hasta que me fui del país. Nunca voy a ver mi felicidad reflejada tan fielmente en el brillo de los ojos de nadie que no sean mis papás; que están tristes si estoy triste y felices cuando yo lo estoy; conectados conmigo mucho más allá de la lógica y la razón. Ninguna mano me hará sentir tan contenta como las de mis abuelas, que tienen el poder de hacerme sentir niña amada con sólo hacerme una caricia en la espalda. Cada rostro de mi familia tiene un muchito de amor para mi, de esos amores que no respetan distancias, ni tiempo, ni errores. El amor que "te quiere a pesar de lo que eres".

domingo, enero 08, 2006

Se habla guaro


Acabo de preguntarle a Y. si ya había yo perdido el acento chileno y me dijo "sí". Tal parece que 33 horas en guarilandia fueron suficientes para sentir que he vuelto, con todo y mi viejo acento. Estoy en la misma ciudad en la que nací y viví durante mis primeros 24 años. Estoy de vuelta después de tres años de profunda ausencia. Me han recibido con flores y letreros en el aeropuerto, con abrazos emocionados, con lágrimas de alegría; con muchos "¿cuándo vienes a mi casa?"; con varios "estás igualita" y otros tantos "estás bella". Y, como bien anunció Ricardo presagiando incluso lo provocado por él, aquí me esperaban otras nostalgias. Ha sido una semana intensa. Necesito dormir.

miércoles, enero 04, 2006

Don’t cry for me, Santiago…


…aunque tal vez yo si llore por ti. Acabo de llegar de Matucana 100 (un teatro maravilloso) y para volver a mi casa tuve que atravesar Santiago prácticamente de punta a punta. Me impresionó cómo hay recuerdos míos pendiendo en tantos y tantos faroles de esta ciudad. Poco a poco he ido poblándola con ellos. Hay tantas esquinas que podrían narrar un pedazo de mi vida...
Me da pena (tristeza) dejar este Santiago veraniego, con su "teatro a mil", con sus mesitas en la calle, donde las 9pm son aún las nueve de la tarde porque es a esa hora que el sol se da cuenta de que debe irse, donde las fuentes están más lindas y tienen más sentido; esta ciudad expedita donde es fácil y rápido llegar a cualquier parte porque todos están fuera... pero esta vez me voy yo. Por primera vez en tres años. Si todo sale como está previsto llegaré este viernes a Venezuela. Quiero aclarar, eso si, que no me pone triste ir a Venezuela, sino dejar Santiago. Espero que se entienda la inmensa diferencia que hay entre una cosa y otra. El próximo post en este blog nacerá cerquita del Mar Caribe. Hasta entonces.
(En la foto, una de las estatuas de todos los veranos en el Paseo Ahumada. Por cierto, la foto del día de La Bisagra es una linda forma de conocer estas tierras; los textos son maravillosos)

martes, enero 03, 2006

Nueces para el amor


Es increíble cómo las películas afectan de acuerdo con el estado de ánimo y lo que la pedagogía llama las experiencias previas. Acabo de ver "Nueces para el amor", una película argentina del año 2000. Terminé conmovida hasta las lágrimas y entré a Internet a hacer un post al respecto. Con espíritu periodístico quise leer antes algunas críticas; después de lo cual me sentí un poco ridícula. Tal parece que mi sensibilidad cinematográfica no obedece a aspectos técnicos de ningún tipo; no es capaz siquiera de utilizar el entrenamiento que me han dado los cuentos para desentrañar un guión mal construído... no hay caso. Si el tema es el amor "a prueba de todo" aparece lo más cursi de mi para anular todo mi espacio crítico. Cuando estudiaba en la universidad no soportaba escuchar el "te amaré" de Silvio porque aparecía ese mismo fantasma. Soy una romántica incurable y casi patética; el equivalente a un católico convencido de que Dios no existe. Nueces para el amor recordó mi sueño del amor eterno, bajo el peso de la certeza de su inexistencia.